Mandarte a la mierda es sólo un consejo turístico.

Hoy he tenido un día de perros. Uno de esos días en los que no quiero ver a nadie, no quiero hacer nada que no sea encerrarme en mi habitación y leer hasta que mis ojos se cansen. Me he levantado, me he mirado al espejo y no era yo. No hay días peores que los días de perros en verano. Sol, alcohol, amigos, tabaco.. Nada. Te has ido. No me quedan tardes de fifa, de whisky y coronitas, de bikinis, de toallas, de chorros, de vodkalemon, de mentolados, de risas, de películas de miedo, de piruletas, de chicles, de llegar tardísimo a casa, de cuatro torres, de tequila, de calor, de besos, de abrazos, de todo lo que me falta.. Eres la última pieza del rompecabezas de mi vida.

Ella no sigue modas.

Casablanca. De la mano. El puertas te conoce, perfecto. La música alta, las copas en la mano y la terraza iluminada por tanta colilla encendida. Un baile, y otro, y otro más.. Entre cada baile, un beso, un abrazo, un te quiero.. La moto, vistahermosa, cuesta abajo, edificio rompeolas, mis tacones negros en la mano, arena fría en los pies, voy de tu mano, como siempre. Esa canción sigue resonando en mi cabeza. Me quito el vestido, corro al agua y tú me sigues. Me atrapas, me salpicas, nos mojamos, otro beso, otro abrazo, te siento, te siento como nunca..

- Y para lo bueno y lo malo, y para tus te quiero y tus no puedo.. siempre a tu lado, mi vida.

Me faltan un millón de besos por cada día que tú no estarás.

Nos queda apenas una semana juntos. ¿Sabes?, no me preocupo, sé que cuando vuelvas todo va a ser como antes, o incluso mejor, y también sé que sabes que voy a estar aquí esperándote siempre. Hemos llegado a tal punto que decirte que te voy a echar de menos se queda corto. Tú sientes haberte dado cuenta tarde, bien, yo siento no poder ser del todo sincera contigo, pero te demostraré que puedo ser todo lo que tú esperas de mí, y lo que yo misma espero, y podremos empezar de cero, con principio y sin fin. Dame tiempo y confía en mí, todo va a salir bien, te lo prometo.
Te quiero, ya nos veremos.

Soy una chica cualquiera, pero no cualquiera puede ser como yo.

Esa lagarta podría tener mis ojos marrones y brillantes, mis manos, mi pelo de estropajo, mi nariz de pinocho, mis labios, mis pestañas, mi sonrisa, mi diente tímido, mis orejitas, los lunares de mi espalda, mis muñecas de princesa, mis piernas ''estilo Beyoncé'', mis dedos de los pies, mis tetas, mi ombligo ''taladrado'', mi intento de cadera, mi culo, mi pelvis sobresaliendo cuando me tumbo boca arriba, mi cuello, víctima de tantos chupetones que no puede llegar a imaginárselo, mi cabecita soñadora, mi sentido del humor, mi risa, mis lágrimas, mi forma de besar, de abrazar, de enamorar, el efecto que provoco en los tíos, las miradas cautivas, la primera impresión que causo en muchos y mis oportunidades para demostrar que soy lo contrario, mis te quiero, mi rencor, mi poder de convicción, mi vergüenza, mi disimulo, mi forma de bailar, de moverme, de sentir, de sentirle.. mi forma de morder el boli cuando pienso, mi poco sentido común y mis pocas ganas de seguir a la masa.. mi letra, mi gusto musical, mis ganas de vivir, de fiesta tras fiesta, de Barrio del Pilar cada sábado y Vistahermosa cada verano.. mis ganas de probarlo todo, de regalar besos y abrazos a ellos, a los mejores, mi forma de reirme de mis errores y de contar un chiste malo.. podría tener todo eso, pero me pertenece, y eso es lo que me hace única y, sobre todo, me diferencia de las tías como ella, como todas.
No digo que sea mejor, simplemente diferente. 

La verdad.. adoro como soy.

La próxima vez que te vea, te voy a besar.

Como cada mañana, me levanté en aquel tercer piso con vistas al campo de golf de Vistahermosa. Miré el despertador de la mesilla de noche. Joder, las 10:34, es tardísimo. Me metí rápidamente en la ducha, me lavé los dientes, me arreglé el pelo, cogí la moto y me fui a la Perlita. Cuando llegué, tú ya estabas allí esperándome con tu sonrisa y una ligera resaca de la noche anterior. Me besaste, cogiste mi mano y me susurraste:

- Hoy estas increíble.

Yo sonreí y entramos a desayunar. Tú, un cruasán; yo, pantumaca, como siempre. Al terminar, nos largamos en tu moto y dejamos la mía atada con nuestro candado. La noche anterior prometiste llevarme a Cádiz de compras, y así lo hiciste. Mientras caminábamos por la Avenida de Andalucía y yo contemplaba los escaparates, te paraste a saludar a un amigo. Entonces me acerqué a Zara y vi los tacones de mi vida. Negros, altos y con la punta exactamente como me gusta. Me abrazaste por detrás  y me dijiste:

- Yo te los regalo, princesa.

Me giré y te abracé tan fuerte como pude. Sonreímos y entramos. Justo después de comprarlos me dijiste:

- Tendrás que estrenarlos conmigo, ¿no? Te invito esta noche a la base.

Los dos nos reímos y volvimos a la moto. Me llevaste a casa y, cuando llegamos, quedamos en que volverías a buscarme a la misma hora de siempre: las carne y hueso y un minuto para el pellejo. A las carne y hueso y dos minutos para el pellejo bajé, con mi vestido negro, mis tacones nuevos y mi pelo largo y rubio perfectamente planchado.

- Esta mañana estabas increíble, pero es que, joder, ahora estás de infarto.

Me subí a tu moto y condujiste hasta la base. Después de mucha pizza, mucho helado, mucho tabaco, volvimos a nuestra playa, a nuestro hueco, a nuestras noches de agosto. Y allí, frente las luces de Cádiz..

- Me cansé de pizza, de helado, de tabaco.. pero imposible cansarme de ti.

¿Qué pasa contigo, qué pasa conmigo, qué hay entre tú y yo?

No pienses, limítate a sentir. Imaginanos a los dos, en tu moto, camino de la playa. Bajamos por la calle, rotonda tras rotonda. Todo el mundo ya nos conoce, es un pueblo pequeño a la orilla del golfo de Cádiz. Acuérdate siempre, edificio Rompeolas y giramos a la derecha. Me bajo de la moto y tú le colocas el candado que te regalé. Coges nuestra toalla, una botella y un paquete de lucky. Bajamos por las escaleras hasta la playa y, con los zapatos en la mano, nos arrimamos a las rocas, para evitar miradas curiosas. Es una de muchas noches de agosto, nuestras noches de agosto. Sin perder las buenas costumbres, abrimos la botella, encendemos un cigarro y nos tumbamos a contemplar las luces de Cádiz. Pasan las horas y así seguimos, entre besos y abrazos. De vez en cuando un sorbo, una calada, una mirada.. Y otro beso más, y otro, y otro.. Suena mi móvil, sería mi madre, como siempre, a la 1:54, recordándome los 34 minutos que me quedan contigo. Tú sonríes mientras yo lo maldigo todo, me gustaría quedarme así, en nuestro hueco entre las rocas, abrazos, siempre. A las 2:17 me recuerdas que tienes que llevarme a casa, yo me enfado, vuelves a sonreír y me vuelves a besar. Lo recogemos todo y volvemos a la moto. Arrancas, giras a la izquierda y todo recto, rotonda tras rotonda otra vez. Cuando llegas a la última, sueles girar a la derecha, fingiendo equivocarte y haberte olvidado de mí. Yo vuelvo a enfadarme, tú vuelves a reírte y das la vuelta enseguida. Llegamos exactamente a las 2:28 y tú repites cada noche:

- Tengo 30 segundos para decirte lo mucho que te quiero, otros 30 para besarte, otros 30 para controlar mis ganas de raptarte, y a ti te dejo los 30 segundos que quedan para llegar a la puerta y lanzarme un beso.

Y cada noche llegaba a casa a las 2:31, no podía dejar de besarle..