Era una simple debilidad. Empezó a dejar que la mierda de su vida le comiese por dentro. Se volcó en la bebida, el tabaco y, duele decirlo, la comida. Ni se daba cuenta pero cada semana iban aumentando las veces que se encerraba en el baño y los cobardes cortes en los brazos. Ni ella ni sus amigos se daban cuenta. ''Puede que esté engordando un poco'', decían algunos. Cuánto le dolía escuchar eso. Cuánto le dolía verse reflejada en el espejo. Cuánto le dolía despertarse cada mañana. Cuánto le dolía ver que empezaba a recurrir al método fácil. El mundo seguía sin darse cuenta mientras que ella creaba su nueva rutina cada noche. ¿Por qué no funciona?, a veces se preguntaba. Todo siguió igual durante meses, y no sabe cuando exactamente decidió buscar ayuda, pero lo hizo. Y ahora vosotros pensáis: historia acabada, fin de la mierda. Ingenuos. Seguís sin daros cuenta de nada. ¿No sabéis que de esa mierda jamás se sale? No pasa un puto día sin que recuerde las lágrimas al ver las fotos, al ver la cicatriz o al entrar al baño. Y obviamente no pasa un puto día sin que use el peso, sin que medite que comer, sin mirar su cuerpo en el espejo. Luego creerás conocer todos sus secretos.
El corazón de una mujer es un profundo océano de secretos.
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