No pienses, limítate a sentir. Imaginanos a los dos, en tu moto, camino de la playa. Bajamos por la calle, rotonda tras rotonda. Todo el mundo ya nos conoce, es un pueblo pequeño a la orilla del golfo de Cádiz. Acuérdate siempre, edificio Rompeolas y giramos a la derecha. Me bajo de la moto y tú le colocas el candado que te regalé. Coges nuestra toalla, una botella y un paquete de lucky. Bajamos por las escaleras hasta la playa y, con los zapatos en la mano, nos arrimamos a las rocas, para evitar miradas curiosas. Es una de muchas noches de agosto, nuestras noches de agosto. Sin perder las buenas costumbres, abrimos la botella, encendemos un cigarro y nos tumbamos a contemplar las luces de Cádiz. Pasan las horas y así seguimos, entre besos y abrazos. De vez en cuando un sorbo, una calada, una mirada.. Y otro beso más, y otro, y otro.. Suena mi móvil, sería mi madre, como siempre, a la 1:54, recordándome los 34 minutos que me quedan contigo. Tú sonríes mientras yo lo maldigo todo, me gustaría quedarme así, en nuestro hueco entre las rocas, abrazos, siempre. A las 2:17 me recuerdas que tienes que llevarme a casa, yo me enfado, vuelves a sonreír y me vuelves a besar. Lo recogemos todo y volvemos a la moto. Arrancas, giras a la izquierda y todo recto, rotonda tras rotonda otra vez. Cuando llegas a la última, sueles girar a la derecha, fingiendo equivocarte y haberte olvidado de mí. Yo vuelvo a enfadarme, tú vuelves a reírte y das la vuelta enseguida. Llegamos exactamente a las 2:28 y tú repites cada noche:
- Tengo 30 segundos para decirte lo mucho que te quiero, otros 30 para besarte, otros 30 para controlar mis ganas de raptarte, y a ti te dejo los 30 segundos que quedan para llegar a la puerta y lanzarme un beso.
Y cada noche llegaba a casa a las 2:31, no podía dejar de besarle..
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