Quiero desconocer lo que significa que te busque en cada café, cada cerveza, cada copa de vino; porque sé y conozco perfectamente a mi mente y a mi misma y no hay nada de bueno en eso. Y el sábado o el miércoles, no importa demasiado (¿o sí?), quiero susurrarte al oído que dejes de liarme. Aunque sé perfectamente que no quiero que lo hagas. Demasiada contradicción, ¿verdad?
También quiero desconocer tu historia y mi historia. La solución fácil, la opción B, el atajo que me llevaría directamente a tus labios.
Otra opción podría ser convertirme en la persona que odias y que realmente todo se esfume y se quede en unas semanas en las que estuve resbalando día tras día. En ese caso estaría esperando a que volvieses una y otra vez, recordando que soy el tipo de persona que aparece en tu cabeza en cada borrachera. Y quiero creer que el resto de días también.
Ahora que sé que tengo la solución en mi mano, tengo que encontrar la fuerza.
"Mirando la puta pantalla otra vez como si fueras a aparecer. Vuelve a quitarme al aire."